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Egipto Maravilloso (4)


Instalados en nuestra nueva sede en Luxor, iniciamos el día con la meditación grupal desde una especie de terraza ubicada al lado de la piscina del hotel y una vista excepcional del Nilo que se encontraba cubierto de la neblina típica de las mañanas en esta época del año. Luego disfrutamos de un agradable desayuno sintiendo cada vez más la integración con todos los compañeros del viaje. Esta iba a ser la primera vez que cruzábamos el Nilo en un bote mediano para pasar de la orilla de los vivos a la orilla oeste, donde se hallan todas las necrópolis y templos funerarios, siendo ésta una distinción muy clara en el antiguo Egipto y que incluso de cierta manera permanece hasta nuestros días. Fue agradable ver despertar la ciudad a sus actividades cotidianas y atestiguar como el Nilo sigue siendo el eje central de la vida de este lugar.


Me parece que esta foto muestra la más genuina expresión de alegría en la que nos encontrábamos. Los amigos: Rodrigo, Lili, Ceci, Raquel y Marianella.

Nuestra primera parada del día fue el Valle de los Reyes. En la entrada se encuentra el centro de visitantes que tiene un interesante mapa en 3D hecho en acrílico mostrando la distribución espacial de las tumbas bajo el suelo. Debido a la afluencia de visitantes y la distancia hasta las tumbas, se tiene habilitado un sistema de transporte que me pareció muy divertido ya que parece un trencito de parque de diversiones. Desde la primera tumba que visitamos tuvimos la oportunidad de apreciar los cuidados detalles de la decoración de las paredes y a pesar de que casi todas habían sido saqueadas desde la antigüedad, las inscripciones y los vívidos colores dan la impresión de haber sido acabadas hace poco tiempo. El cometido de las representaciones gráficas de acompañar al faraón eternamente en la otra vida se cumple a cabalidad hasta el día de hoy con una calidad asombrosa. La tumba de Ay, uno de los últimos faraones de la decimoctava dinastía, es bastante grande. Está compuesta de una galería subterránea que desciende gradualmente hasta la cámara principal y contiene aún su sarcófago bellamente decorado y tallado con imágenes de Isis y Neftys protegiéndolo en su paso a la otra vida. En la famosa tumba de Tutankamón es interesante observar la distribución espacial y ver donde se encontraron todos los hermosos ornamentos que hacían parte del ajuar funerario del joven faraón. Como mencioné anteriormente todos estos objetos se encuentran bien custodiados en el Museo Egipcio y no se permiten tomar fotografías a muchos de ellos.


Sarcófago en la tumba del faraón Ay

Luego del Valle de los Reyes nos dirigimos a Deir El Bahari para visitar el templo funerario de Hatshepsut, y que a pesar de haber visto muchas fotos de este sitio antes, no dejaba de maravillarme su belleza, es algo que las fotografías no alcanzan a captar. Desde el centro de visitantes se debe salvar una distancia más corta que la del Valle de los Reyes en otro trencito, y ya una vez desciendes quedas al frente de una larga avenida que está perfectamente alineada con todo el conjunto del templo y que también dirige tu vista hacia el fondo del valle, justo donde se encuentra la pared de roca donde está ubicado. Todo el conjunto es imponente y la rampa de acceso me parecía que le daba un aire adicional de solemnidad, tienes que elevarte para acceder al nivel del faraón, en este caso la faraona. Este templo es una copia y a su vez, una forma de homenaje al primer faraón Tebano Mentuhotep II que reinó 500 años antes que ella y cuyo templo se encuentra justo al lado, pero del que hoy desafortunadamente no queda mucho en pie. Una práctica común era que los faraones dejaran talladas en las paredes de los templos sus hazañas, y Hatshepsut no fué la excepción, dejando testimonio de sus intercambios comerciales con los pueblos al sureste de Egipto (el país del Punt), con escenas de la vida cotidiana de estos pueblos e incluso un árbol que hizo trasplantar al frente del templo y del que solo queda la inscripción y una pequeña rejilla de protección. Una vez cerca a la rampa se pueden ver las estatuas de Horus y las columnas Osiríacas del segundo nivel. El final de la rampa es el mejor lugar para apreciar la larga calzada del templo, el valle y lo que queda en pie del templo de Mentuhotep II justo al lado. El impacto visual y el hecho de haber aprovechado esta formación natural en la pared rocosa del valle le dan sin duda alguna un encanto muy especial a este templo.


El "trencito"

Templo de la Faraona Hatshepsut

Esfinge restaurada en la entrada del templo

El fotógrafo fotografiado con Horus al inicio de la rampa

Columnas Osiríacas en la entrada a la sala. Abajo a la izquierda, partes del templo de Mentuhotep II

Una vez dentro en la sala se pueden ver los hermosos altorrelieves, algunos con los colores originales pero predominando el rojo, como se puede ver el algunas de las estatuas de Osiris en la entrada a la sala. Es muy interesante poder acercarse al final del templo y ver como “brota” de la roca en la montaña. Dilaté lo mas que pude la salida y la caminata de regreso por la rampa para poder disfrutar al máximo la vista y la grandiosidad de este desolado paraje en medio del desierto, porque una vez regresas al centro de visitantes te encuentras asediado por los vendedores, que tanto aquí como en todos los sitios turísticos te rodean en su afán de proveer para sus familias atosigándote si muestras el más mínimo interés en sus mercancías.

Increíble preservación de los colores. Horus con el cielo estrellado

Escena representando las condiciones de vida en el País del Punt

Entrada al santuario del templo

Pórtico en la antesala del santuario

Sala lateral al santuario

Desde este ángulo se puede ver una parte de la rampa del templo de Mentuhotep II al lado izquierdo

El día hasta este momento se me había pasado bastante rápido pero crecía mi expectativa de visitar el fabuloso templo de Karnak, además que estaría cayendo la tarde creando unas condiciones óptimas para tomar unas buenas fotografías. El viaje de regreso fue un buen momento para hacer una pausa del calor extremo del desierto y contemplar los paisajes y la forma de vida de los pobladores de este lado del Río, que sigue siendo menos desarrollado que la orilla este. Ya una vez en Luxor nos fuimos directamente al centro de visitantes. El templo de Karnak es el segundo sitio más visitado de Egipto después de las pirámides de Giza, así que no fue una sorpresa encontrar un buen número de personas. Todo el conjunto es de alguna manera un mosaico de épocas y estilos de construcción porque varios faraones adicionaron segmentos en diferentes momentos de la historia para perpetuar no sólo el templo sino sus nombres. La entrada se hace por el lado este, siendo custodiada por dos filas de estatuas de carneros en representación del dios Amón. El primer pílono, que a pesar de no estar en muy buenas condiciones de conservación, deja vislumbrar un largo corredor y algunas de las maravillas que te vas a encontrar dentro.


Pílono de entrada al templo de Karnak

Avenida de esfinges que conectaban los templos de Karnak y Luxor

Detalle de las esfinges

Estatua del sumo sacerdote Pinedyem I en el primer patio del templo

Después de pasar el primer patio mi primer asombro vino al observar la sala hipóstila y el gigantesco tamaño de las columnas (134 columnas de 23 m de altura), te sientes diminuto caminando en medio de estas colosales estructuras. Todas las columnas y los muros aledaños están bellamente decorados con altorrelieves, algunos de ellos muy profundos. A pesar de estar al descubierto, la luz es tenue a esa hora del día creando una atmósfera muy especial. Pasando la sala y siguiendo por el largo corredor se pueden apreciar mejor los obeliscos junto con rocas apiladas en diferentes partes de las múltiples entradas y pasajes que formaron parte de muros y estructuras hoy destruidas y a la espera de ser restauradas a su antigua magnificencia. Al fondo de este corredor se encuentra el lugar más sagrado de todo el templo, un cuarto relativamente pequeño y oscuro que albergaba la imagen del dios principal y al que sólo el faraón y los altos sacerdotes tenían acceso. Al salir de allí en dirección sureste pasamos por varios pasadizos estrechos y estructuras en pedazos apiladas en el suelo donde solo los portones quedaban en pie como testimonio de su antigua grandeza. Luego llegamos a una plazoleta amplia donde se encuentra la punta de un obelisco y más hacia el sur, una pequeña columna coronada con una escultura de un escarabajo, símbolo solar del renacimiento, y que según el mito, si se le dan 7 vueltas, vuelves a Egipto. Desde esta esquina se puede apreciar lo enorme del complejo y los grandes espacios que albergaban pílonos y otras estructuras enormes. Se puede ver incluso una grúa de construcción que según nuestro guía se encuentra allí desde hace 20 años y no ha vuelto a mover una sola roca.


Sala hipóstila con obelisco al fondo

Dinteles decorados con colores originales

Surcos profundos en las columnas

Los obeliscos!!

Rocas apiladas en espera de labores de restauración

El Sancta Sanctorum del templo

Columna solitaria

Apice de obelisco

Escultura del escarabajo en la plazoleta

Grúa de construcción en espera

Nuestro siguiente destino era el templo de Khonsu cerca de la esquina sureste de todo el complejo donde haríamos una meditación grupal. La entrada está adornada con un enorme pílono y aunque está dentro del complejo de Karnak es un templo en todo su derecho con su entrada, calzada, patios y cámaras internas. Es interesante notar que al momento de ingresar, muy pocos sabían que Khonsu era el dios de la luna, y al escuchar las experiencias vividas durante la meditación nos quedamos muy sorprendidos de ver toda la simbología asociada a la luna que vieron muchos de los compañeros. En mi caso la sorpresa me acompañó hasta la entrada al edificio donde vivo días después al regresar a mi casa. Normalmente hacíamos una sesión después de cada meditación para compartir impresiones, imágenes e incluso mensajes que se hubieran podido recibir. En este caso todos compartimos lo que habíamos visualizado durante el ejercicio, y al final Sixto nos contó a quién estaba dedicado el templo y la estrecha relación de muchas de las visualizaciones con simbología lunar. En mi caso había observado un triángulo rodeado por un semicírculo que Sixto señaló como un recordatorio de proteger mi vida espiritual. Esto no me hubiera impactado tanto si no hubiera sido por dos sucesos muy puntuales que me sucedieron posteriormente en el hotel, y luego, en el edificio donde vivo. Me voy a permitir hacer un pequeño salto en el tiempo para explicar estos dos sucesos. Esa noche de regreso al hotel llegamos ligeramente más temprano que de costumbre y quedé con mi amigo Rodrigo de aprovechar un poco la piscina antes de la comida, así que allá íbamos en nuestros trajes de baño a disfrutar un agradable y refrescante chapuzón después de un caluroso día. Luego se nos unieron otros compañeros Tito, Nicolás, Bea y Gaby. Ya de regreso a nuestras habitaciones para cambiarnos e ir a cenar tomamos el ascensor y me quedé supremamente sorprendido de ver el mismo símbolo que había visto en mi visualización en el ascensor! El logotipo de la compañía Suiza de ascensores Schindler es un semicírculo rodeando un triángulo. Inmediatamente le hice el comentario a Rodrigo y quedamos ambos atónitos. Ya se imaginaran de que empresa es el ascensor de mi edificio y cuál sería mi impresión al ver los como los signos positivos de mi viaje a Egipto me seguían y me siguen acompañando hasta el día de hoy. Ese mismo día le envié por whatsapp una foto a Rodrigo para mostrarle mi hallazgo.


Logotipo de la empresa

Ya volviendo a Karnak, salimos del templo de Khonsu y nos dirigimos de nuevo a la entrada del complejo cerrando el círculo de nuestro recorrido. Al ver todas las piezas que aún descansan en el suelo pensaba en la colosal labor de restauración que queda por hacer y que ojalá algún día cercano se logre culminar, luego miraba la enorme grúa de construcción y recordaba el comentario que hiciera nuestro guía y ya no me sentía muy seguro de que fuera un día cercano. El camino de regreso lo hice de manera más pausada para aprovechar la hermosa vista y la caída de la tarde sobre este increíble lugar. La sensación que tenía era extraña porque era una mezcla de alegría por estar ahí y a la vez de nostalgia por saber que ya acababa mi visita.


Pílono de entrada al templo de Khonsu

Compartiendo las impresiones de la meditación en el templo

Nuestro guía como garante del patrimonio cultural egipcio

Cerrando el círculo de regreso al primer patio del templo

Retomando la línea temporal en el hotel, después de la piscina, bajamos a comer y tuve la oportunidad de conocer más a mis compañeros de viaje, lo que me hace sentir muy afortunado de haber tenido esta experiencia y compartir con personas de tan alta calidad humana. A pesar de que nos queríamos quedar conversando ya los meseros empezaban a levantar las mesas que iban quedando vacías y con esto nos indicaban que era hora de ir a descansar pues nos esperaba un día muy emocionante. Primeras experiencias en globo y en crucero por el Nilo y visita a los templos de Dendera y Abydos que contienen representaciones claras de tecnología avanzada en la antigüedad.

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